Un hombre caminaba con un anillo de oro en el dedo. De repente, ladrones lo atacaron. Querían quitarse el anillo, pero no pudieron quitárlo. Pues, cortaron el dedo y huyeron. Pero el hombre ni siquiera gritó. ¿Por qué?
Tenía dientes de oro y no quería mostrárlos, para que los ladrones no los tomaran también.